viernes, 24 de abril de 2009

EL POEMA DEL MIO CID

ITINERARIO

MANUSCRITO

ARGUMENTO:
Cantar primero: el destierro
El Rey de Castilla, Alfonso VI, envía al Cid a Andalucía a cobrar, los parias o tributos delos reyes moros de Córdoba y Sevilla; sin embargo, algunos de sus enemigos lo acusan de sus enemigos lo acusan de apropiarse parte de los tributos, motivo por el cual, el Rey lo destierra y le priva de sus heredades.
El Cid seguido de su familia y de un puñado de fieles vasallos, parte hacia tierra de moros. Después de múltiples peripecias, logra resonantes victorias como aquella en la que derrota al conde de Barcelona Ramón Berenguer ganando la famosa espada de éste, llamada Colada. A resultas de sus triunfos, hace tributarios a los musulmanes, y en señal de lealtad y fidelidad, envía parte del botín a su señor, el Rey.
Cantar segundo: Las bodas de las hijas del Cid
Se nos cuenta que, tras la toma dela ciudad de Barcelona, Alfonso VI, deslumbrado por los triunfos del Cid y por los tesoros recibidos, decide borrar el pasado perdonando al campeador. En efecto, para lograr la reconciliación, le solicita que sus hijas Doña Elvira y Doña Sol, contraigan matrimonio con los infantes de Carrión (a la sazón, parientas de sus enemigos y motivados, antes que por el amor, por la codicia y la envidia). Y las bodas se celebran con gran pompa, durando las festividades alrededor de quince días. Para consolidar tamaño acontecimiento, el Cid halaga con obsequios a sus convidados, y sobre todo, a sus fementidos yernos.
Cantar tercero: La afrenta de Corpes
Después de las bodas, los infantes de Carrión con sus respectivas esposas viven bajo el amparo del Campeador de Valencia, cerca de dos años, formando una sola familia bien avenida. En tanto don Rodrigo Díaz de Vivar, prosigue con sus triunfos, acrecentando aún mas su fama y gloria como cuando en duelo individual vence al Rey Búcar de Marruecos ganando otra famosa espada, la Tizón.
Sin embargo, y al paso del tiempo, los Infantes de Carrión en ocasiones varias dan muestras de una acendrada cobardía. Motivo por el cual, son objeto de burla por parte de los vasallos de del Campeador. Ofendidos por ello, y ante la situación de inferioridad en la que se han puesto en la Corte del Cid, deciden llevar a cabo una vergonzosa y ceñuda venganza. En efecto, deciden partir con sus esposas a sus feudos de Carrión: y al llegar al robledo de Corpés, atan a sus inocentes esposas a un árbol y las azotan sin piedad. El poema llega aquí, a las mayores cumbres de la creación artística; sobre todo, cuando frente a este cuadro desgarrador y patético de los cuerpos ensangrentados, encontramos esta frase que da escalofríos:
¡Cuál ventura sería esta, si pluguiese al Criador,Que asomase essora el Cid Campeador!
Enterado de la afrenta, Don Rodrigo se dirige el Rey demandando justicia. Un juicio de Dios es convocado (en aquellos tiempos, se creía que la única manera de salvar el honor, era mediante un duelo. Dios, se consideraba que manifestaba su voluntad, dando la victoria a quien tenía la razón y decía la verdad). Los humillados infantes, son obligados a devolver al Cid las famosas espadas que este les había entregado: la Colada y La Tizón; y el duelo se efectúa, saliendo victoriosos los representantes del Cid.
El matrimonio es anulado y los bienes que el Cid les entregó, resarcidos. Posteriormente, las hijas del Campeador son solicitadas en matrimonio por los Infantes de Navarra y Aragón; efectuándoselos esponsales con mayor esplendor que la primera vez.